Babylon, una película que comprende el cine.
Damien Chazelle nos sorprende con una incansable oda a la historia de Hollywood, donde cualquier amante del cine va a reír, llorar y sentirse parte de una historia llena de altibajos y absurdos.
Babylon es una comedia dramática épica e histórica que nos traslada a los últimos años del cine mudo y desde ese punto nos lleva a un viaje a través de la historia del cine, donde Manny (Diego Calva) será nuestro guía, que desde la perspectiva de un soñador serpentea a través del mundo del cine con su sueño de estar tras bambalinas buscando ser parte de algo mucho más grande que él.
La última entrega de Chazelle está estratégicamente creada desde su nivel más técnico, puesto que castea a sus actores estratégicamente para tener una conexión con su papel, por eso Brad Pitt, encarnando a Jack Conrad es perfecto para hablar de la transición de grandes estrellas y como llega el momento de bajarse del podio y vivir de ese legado permanente en la historia del cine. O Margott Robbie como Nellie LaRoy, encarnando una historia de sueños, junto a los peligros del estrellato rápido y los pecados que destacan a la historia hollywoodense, todo eso para que Diego Calva encarne a Manny, que parte como un asistente que en base a sueños, perseverancia y estar en el momento indicado, irá escalando en la industria cinematográfica y nos generará ese lazo para sentir la historia a un nivel más personal, desde la visión de aquellos que somos ajenos al proceso creativo cinematográfico.
La historia se nos cuenta en una constante sátira que hyperestimula los sentidos constantemente, los primeros quince minutos son prueba de que la intensidad será la encargada de marcar el ritmo de esta película y así es como comienza todo con risas, con la idea de llenar cada cuadro con diferentes historias que rondan en torno a lo mismo, el cine. A pesar de ello, el ritmo de la trama es impecable, puesto que no deja de ser un drama en ningún momento, ya que estos personajes tan exagerados viven problemas igual de tensos, melancólicos y profundos, marcando un contraste claro de las dos caras de Hollywood.
A lo largo del filme podemos ver la evolución o involución de nuestros protagonistas, como los problemas no cambian con la fama y el poder, pero intentan a ciegas luchar contra el peso pesado de la industria, que es la única pared entre las añoranzas de nuestros protagonistas. No es hasta casi el final de la película cuando la exageración supera lo lógico con una secuencia de escenas lideradas por Tobey Maguire, que es el último bastión de los vicios del temprano Hollywood y lo que desatará el clímax alrededor de los protagonistas.
Junto con todas estas increíbles actuaciones y un profundo lenguaje visual, también no faltó la firma esencial de Chazelle, algo que vimos en Whiplash, Lalaland y ahora en Babylon, que es un excelente final, digno de ovaciones por parte, inclusive, de los que no gustan de aplaudir en el cine. Puesto que, sin spoilers, el final pausa esta hyperestimulación para devolvernos al inicio, un Manny lleno de sueños que comprende la hermosa evolución cinematográfica, que comprende su papel en ella desde una perspectiva mucho más humilde… únicamente para explotar y evocar visualmente la emoción de ser parte de este proceso.
Por ello, más vale tarde que nunca, junto a los amigos de Andes Films los invitamos a que se sumen a esta aventura y se dejen encantar por Babylon, la última entrega de Damien Chazelle.
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