Mr. Mercedes: Entre el Horror y lo Policial
Stephen King es probablemente uno de los autores más prolíferos de nuestra época. Su fascinante y abrumadora obra lo ha sentado en el trono más alto del receptáculo popular. En gran mediada porque desde un principio forjó un lazo inquebrantable entre la literatura y el cine. Carrie (1974), su primera novela, se convirtió inmediatamente en un éxito. Y por supuesto, la brillante adaptación que llevó a cabo Brian De Palma en 1976, catapultó a King a lo más alto. Referirnos a King como un autor superventas y reducirlo al receptáculo del consumo masivo resulta bastante superficial, y hasta ingenuo, considerando el impresionante mundo que ha logra forjar y el gran influjo estético y temático que ha tenido sobre la ficción de terror actual.
Sin embargo, King ha sido capaz no solo de establecer un punto de inflexión en el género fantástico, sino que también se ha zambullido en otros vertientes como el thriller policial. Mr. Mercedes es la primera incursión del autor en esta corriente (tan inagotable y abrumadora hoy en día). El libro, publicado en 2014 en español por Editorial Plaza & Janes, nos presenta en primera instancia un horrendo crimen: una multitud de personas hacen fila en una feria para conseguir empleo, hay desorden y agolpamiento entre los asistentes afectados por la crisis económica (otro fantasma que atraviesa silencioso todo el libro); de repente un Mercedes irrumpe en la escena y atropellando a los que se encuentran ahí sin misericordia. El caos se impone y el conductor huye dejando atrás ocho víctimas fatales. El asesino es Brady Hartfield, un demente solitario y perverso que vive con su madre alcohólica, manteniendo con ella una extraña relación de dependencia que roza escabrosamente lo sexual.
La trama se detona cuando meses después del crimen, este sujeto le envía una inquietante misiva al policía retirado, Bill Hodges, firmando como “el extra”. En la carta el asesino advierte que cometerá un crimen todavía más atroz. De ahí en adelante, Hodges comienza una vibrante cacería para evitar una nueva masacre; una lucha en la que se unirán figuras entrañables como Jerome Robinson y Janelle Patterson.
Como es habitual en King, uno de los aciertos del libro es el desarrollo de los personajes. Si bien en el género policial es común observar la consabida lucha entre el bien y el mal, aquí esa contraposición se traduce como un contraste entre la luz y la oscuridad, dos dimensiones que tanto el villano como el protagonista emanan constantemente. Ambos personajes son decadentes y patéticos, tienen vidas solitarias y la frustración pareciera ser la matriz de sus vidas. No obstante, Hodges, como un buen anti-héroe, conserva una profunda vena ética y moral que lo mantiene a flote. Hartfield, en cambio, es la encarnación de la maldad, de aquel horror que se oculta en los suburbios norteamericanos y que trastoca la falsa seguridad.
Otro punto fuerte del libro, es la permanencia del aura terrorífica que caracteriza la obra de King: la idea de que en un día apacible, armónico (lo que también es una máscara ante el miedo al desempleo y la crisis social), puede ser violentado por un enemigo invisible, convirtiendo lo cotidiano en un infierno. Y del mismo modo, la pervivencia de un miedo latente ante una amenaza terriblemente cercana y que podría romper cualquier concepción de la realidad. Es decir, el miedo que se configura e instala después de los atentados del 11-S. En concreto, un libro sumamente recomendable que ahonda en los abismos más profundos de la crueldad y en los pavores colectivos del siglo XXI.
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Jesús Diamantino Valdés
Autor de este articulo

- Jesús Diamantino Valdés es profesor de literatura, escritor y lector obsesivo, amante del terror y de la cultura pop. Entre sus publicaciones se encuentra Cuentos chilenos de terror, misterio y fantasía de Ed. Cuarto Propio y El legado del monstruo de Editorial Zig-Zag.